En el fragor de la batalla, cuando llega abril y los niños se hacen hombres,
hay equipos destinados a algo grande. Franquicias que se encuentran con un premio, como ese joven que consigue eludir al portero de turno y colarse en la discoteca; otras llevan mucho tiempo esperando a hacerse mayores para poder participar en la gran fiesta; hay plantillas que se cuelan de rebote y te sorprenden, y hay bloques que son los reyes de la pista, los gallos del corral.
San Antonio y Miami ya fueron esos gallos el año anterior, con un sexto envite maravilloso en el que
Ray Allen nos dejó un triple para la historia de las Finales, poesía en movimiento que volcó la serie hacia el soleado estado de Florida. Aquel triple fue un golpe tremendo a la línea de flotación de los Spurs.
Su momento, según muchos expertos, “había pasado”. Duncan iba a ser un año más viejo, Ginobili venía de jugar una serie mediocre y Popovich había dejado escapar una ventaja de 2-3.
Sin embargo, el tan manido argumento de la edad y
el fin de ciclo de San Antonio sigue sin cumplirse: un año más han hecho los deberes en temporada regular –con matrícula de honor, por cierto- y se han presentado en abril con las pilas cargadas y el zurrón lleno de baloncesto, porque el bloque de San Antonio
conoce este juego a la mil maravillas. Interpreta a la perfección la
idea de Popovich y la plasma sin contemplaciones sobre el parqué de los treinta pabellones de la mejor liga de baloncesto del mundo.
Después de sufrir más de la cuenta contra
Dallas –pocos recordaremos con el paso de los años la importantísima canasta de Diaw contra los tejanos- y abusar de
Portland,
Oklahoma City era el último escollo en la hoja de ruta de San Antonio. Por la vía rápida comenzaron la serie, jugando un baloncesto demoledor y
aprovechando sin contemplaciones
la baja de Serge Ibaka, el bastión interior de los Thunder. Ibaka volvería para el tercer partido, agitando el avispero de Oklahoma y logrando igualar la serie a dos. De vuelta a San Antonio las apuestas estaban con las visitantes:
Russell Westbrook jugaba el mejor baloncesto de la temporada y
las opciones de San Antonio se habían esfumado ante la milagrosa recuperación de Serge Ibaka.
En ese quinto encuentro aparecieron los Spurs que todos los aficionados al baloncesto conocen: un
engranaje perfectamente engrasado que domina el ABC de este deporte como nadie. Después de ganar el quinto, San Antonio volvió a creer que era superior a Oklahoma, que podía retomar su objetivo, aquella meta que Popovich se grabó a fuego en la mente después del triple de Ray Allen:
la revancha contra Miami.
El camino de Miami ha sido diametralmente opuesto al vivido por los Spurs. Mientras en Tejas eran un mar de dudas, en Florida todo marchaba sobre ruedas. Fruto de la
remontada mágica ante San Antonio, Miami afrontaba la temporada con la confianza por las nubes, con
solo un objetivo en la cabeza: three peat.
El primer escollo en el camino era conseguir el mejor récord en la temporada regular ante los correosos
Indiana Pacers de
Frank Vogel. Después de una final de conferencia digna de guardar en las videotecas, el duelo entre ambas franquicias por el mejor récord de la conferencia iba a ser electrizante. Y nada más lejos de la realidad. Finalmente fue Indiana la que se hizo con ese lugar de privilegio, tomando la primera ventaja respecto a Miami. Sin embargo, a Spoelstra y los suyos
no pareció importarles demasiado.
Cuando llegaron los Playoffs a Miami, vimos a unos Heat que se pusieron el mono de faena, dejaron de dormitar en los partidos para despertar a la
mejor versión de LeBron James y Dwyane Wade, poniendo la directa y
pasando por encima de todos los rivales que salían a su paso: Charlotte, Brooklyn e Indiana.
Pese a todo, estos ochos meses de competición son en vano; solo nos quedan unos
Spurs que van a tener el
factor cancha a favor. Todo lo demás queda en agua de borrajas, forma parte de la historia de la NBA.
Superman y su Kriptonita
Si de algún duelo en particular hemos de hablar es sin duda del que disputarán
Kahwi Leonard y LeBron James. El alero de Ohio llega a las Finales con la
motivación por las nubes tras el MVP de Kevin Durant, jugando un baloncesto de ensueño y siendo verdaderamente
imparable para sus rivales. Prueba de ello son sus 27 puntos, 7 rebotes, 5 asistencias y 2 robos por noche, además de tener un porcentaje de 56% en tiros de campo. La duda estará en si Leonard será capaz de mostrarnos la versión más mundana de James.
Si LeBron no se siente cómodo, las posibilidades de San Antonio subirán como la espuma.
La batalla de ajedrez
No hay ninguna duda de que
Greg Popovich será miembro del Salón de la Fama en cuanto decida dejar la pizarra. Sin embargo,
Coach Spo lleva muchos años mejorando su gestión de partidos, alcanzando en esta postemporada su tope de nivel, con todos los miembros de la plantilla centrados en repetir título. Veremos cambios en los quintetos –Spoelstra es asiduo y Popovich colocó a Ginobili como titular a mitad de la serie del año pasado- y una batalla de la que saltarán chispas.
La salud de Wade
No existe un segundo espada en el universo de la NBA más cumplidor que D-Wade. Es por ello que el escolta ha ido
descansando durante momentos clave de la temporada regular para llegar en óptimas condiciones al baile final. La táctica de Spoelstra va camino de ser perfecta: 18 tantos, 4 rebotes y 4 asistencias para ser el escudero perfecto de James.
Tony Parker
No se conoce cómo, pero lo que
Parker ha dejado bien claro es que no se perderá el primer partido de la final por sus molestias en el tobillo. El base francés está jugando unos buenos Playoffs y la duda reside en
quién será el elegido por Spoelstra para intentar detenerle: si LeBron James como en momentos de la última final o buscará un emparejamiento más tradicional con Chalmers.
Más allá de estos u otros ajustes –que los habrá, no tengo ninguna duda-,
los dioses del baloncesto han tenido a bien regalarnos, como poco, cuatro partidos de alto nivel, cuatro delicias que habrá que degustar con paciencia, reteniendo en la memoria esos detalles que seguro van a hacer de esta serie un
recuerdo memorable para los seguidores de este bonito deporte.