Históricamente ha habido jugadores franquicia, piezas clave en cada plantilla que son la referencia (normalmente ofensiva) de los equipos. Jugadores que acaparan el balón, tiros, jugadas, responsabilidad, prensa y todo el protagonismo. Los equipos NBA siempre tratan de asegurarse que uno de esos jugadores sea suyo (aunque Larry Bird diga que hay que tener 3 hombres que puedan meter más de 30 puntos para ganar el anillo) para así garantizarse cierto éxito en la liga.
El artículo de hoy trata sobre estos jugadores, pero no en sí mismos, sino en lo que les rodea. ¿A qué nos referimos? Para muestra, un botón: Jugadores como D-Rose, bien sabido que su sola presencia hace que sus compañeros se motiven y jueguen a un nivel mayor. Si a eso le añades la aportación individual del MVP más joven de la historia, el rendimiento de los Bulls varía mucho.
En el lado opuesto, el ejemplo sería Danny Granger, un excelente jugador, que durante mucho tiempo fue la estrella de los Pacers, pero solamente en lo que a estadísticas se refiere, pues su ausencia no fue tan notoria, y lo que es peor, su vuelta hace que los Pacers roten más a ciertos jugadores importantes, dando como resultado que los números de éstos bajen y que los de Granger no sean ni de lejos buenos.
Rudy Gay parece ser otro de estos extraños casos. Sus recientes actuaciones en Sacramento parecen decir lo contrario, pero sus últimos pasos en Memphis y sobre todo su corta estancia en Toronto hacen pensar que un gran jugador individual como Gay no garantiza que se plasme en buen juego colectivo, hasta el punto de que se diga que el equipo juega mejor sin él.
El órdago que mandó este verano Eric Bledsoe a los Clippers diciendo que quería convertirse en una estrella de la liga fue grande, pero sus números en Phoenix y la buena marcha del equipo le dan la razón. Es más, el equipo que para muchos era el peor de la liga, ahora mismo ocupa una posición privilegiada de Play-off. Bledsoe ha sido capaz de hacer mejores a sus compañeros.
Pero basta ya de ejemplos claros de individualidades, pues en este artículo vamos a poner en duda si el jugador hace bueno a los demás o si en realidad él es bueno gracias a lo que le rodea. Ejemplos de “All-stars”, estrellas que dependen de sus compañeros en exceso:
Empezaremos con un jugador que, desde nuestro punto de vista, es llamativo. O.J. Mayo ha pasado de ser un escolta de primer nivel en Memphis a estar “deprimido” en Milwakee. Los Bucks tienen buen plantel, pero Conley, Marc o Randolph hacían de Mayo mejor jugador de lo que es por su propia cuenta en su nuevo equipo.
El siguiente jugador puesto a prueba es Amare Stoudemire, que tuvo en sus años de Phoenix su mejor época, donde el dinámico juego que ofrecían aquellos Suns de D’Antoni con Barbosa, Hill y sobre todo el 2 veces MVP Steve Nash, ponían todos los condicionantes para que las virtudes de Amare resaltasen. Nada que ver con su época actual en la gran manzana.
El último caso que tenemos delante es el del considerado uno de los mejores bases de la liga, el recién aparecido Rajon Rondo. Nadie dudará de la calidad del bueno de Rajon, pero…¿qué puede aportar Rondo sin el “Big Three”? ¿Rondo era tan bueno por Garnett, Pierce y Allen? Siempre escuché que Stockton no hubiese sido tan bueno sin Malone, ni Karl sin John. Veamos si el base de los Celtics consigue volver a su mejor nivel sin esa pléyade de estrellas a su alrededor.
¿Rondo, Amare o Mayo…son jugadores “medianos” que tuvieron suerte?
Casos como estos podríamos mencionar muchos, pero terminaremos con un ejemplo que tenemos cerca y que es para bien. Nikoca Pekovic, tras 15 meses en la NBA no logró destacar ni encontrar su sitio en la liga pues los bases de Minnesota no sabían explotar sus bloqueos, sus continuaciones o su perfecta colocación, hasta la llegada de Ricky. El base español se entendió desde el primer momento con el gigante balcánico y esto hace que formen una de las mejores sociedades de la liga (Ricky promedia 4,1 app a Pekovic y 4,2 app al resto del equipo).
En definitiva, aquí queda planteada esta duda…¿hay jugadores que tendrían que dar parte de sus contratos a sus compañeros?
El artículo de hoy trata sobre estos jugadores, pero no en sí mismos, sino en lo que les rodea. ¿A qué nos referimos? Para muestra, un botón: Jugadores como D-Rose, bien sabido que su sola presencia hace que sus compañeros se motiven y jueguen a un nivel mayor. Si a eso le añades la aportación individual del MVP más joven de la historia, el rendimiento de los Bulls varía mucho.
En el lado opuesto, el ejemplo sería Danny Granger, un excelente jugador, que durante mucho tiempo fue la estrella de los Pacers, pero solamente en lo que a estadísticas se refiere, pues su ausencia no fue tan notoria, y lo que es peor, su vuelta hace que los Pacers roten más a ciertos jugadores importantes, dando como resultado que los números de éstos bajen y que los de Granger no sean ni de lejos buenos.
Rudy Gay parece ser otro de estos extraños casos. Sus recientes actuaciones en Sacramento parecen decir lo contrario, pero sus últimos pasos en Memphis y sobre todo su corta estancia en Toronto hacen pensar que un gran jugador individual como Gay no garantiza que se plasme en buen juego colectivo, hasta el punto de que se diga que el equipo juega mejor sin él.
El órdago que mandó este verano Eric Bledsoe a los Clippers diciendo que quería convertirse en una estrella de la liga fue grande, pero sus números en Phoenix y la buena marcha del equipo le dan la razón. Es más, el equipo que para muchos era el peor de la liga, ahora mismo ocupa una posición privilegiada de Play-off. Bledsoe ha sido capaz de hacer mejores a sus compañeros.
Pero basta ya de ejemplos claros de individualidades, pues en este artículo vamos a poner en duda si el jugador hace bueno a los demás o si en realidad él es bueno gracias a lo que le rodea. Ejemplos de “All-stars”, estrellas que dependen de sus compañeros en exceso:
Empezaremos con un jugador que, desde nuestro punto de vista, es llamativo. O.J. Mayo ha pasado de ser un escolta de primer nivel en Memphis a estar “deprimido” en Milwakee. Los Bucks tienen buen plantel, pero Conley, Marc o Randolph hacían de Mayo mejor jugador de lo que es por su propia cuenta en su nuevo equipo.
El siguiente jugador puesto a prueba es Amare Stoudemire, que tuvo en sus años de Phoenix su mejor época, donde el dinámico juego que ofrecían aquellos Suns de D’Antoni con Barbosa, Hill y sobre todo el 2 veces MVP Steve Nash, ponían todos los condicionantes para que las virtudes de Amare resaltasen. Nada que ver con su época actual en la gran manzana.
El último caso que tenemos delante es el del considerado uno de los mejores bases de la liga, el recién aparecido Rajon Rondo. Nadie dudará de la calidad del bueno de Rajon, pero…¿qué puede aportar Rondo sin el “Big Three”? ¿Rondo era tan bueno por Garnett, Pierce y Allen? Siempre escuché que Stockton no hubiese sido tan bueno sin Malone, ni Karl sin John. Veamos si el base de los Celtics consigue volver a su mejor nivel sin esa pléyade de estrellas a su alrededor.
¿Rondo, Amare o Mayo…son jugadores “medianos” que tuvieron suerte?
Casos como estos podríamos mencionar muchos, pero terminaremos con un ejemplo que tenemos cerca y que es para bien. Nikoca Pekovic, tras 15 meses en la NBA no logró destacar ni encontrar su sitio en la liga pues los bases de Minnesota no sabían explotar sus bloqueos, sus continuaciones o su perfecta colocación, hasta la llegada de Ricky. El base español se entendió desde el primer momento con el gigante balcánico y esto hace que formen una de las mejores sociedades de la liga (Ricky promedia 4,1 app a Pekovic y 4,2 app al resto del equipo).
En definitiva, aquí queda planteada esta duda…¿hay jugadores que tendrían que dar parte de sus contratos a sus compañeros?