Bertomeu se quita la máscara

Estas últimas semanas hemos asistido a unas jugosas entrevistas en las cuales Jordi Bertomeu, dirigente de la Euroliga, nos ha dejado interesantes titulares. Este empresario (observen como omito la calificación de director de una competición deportiva), lleva tiempo buscando hacer de su competición la hermana pequeña de la NBA, gestionar su imagen e imponer un supuesto espectáculo a semejanza de sus colegas americanos.

Su sistema de invitaciones, donde prima un criterio económico y social (puestos ambos en duda con casos como Zalgiris y Asseco Prokom) sobre los méritos deportivos, ha provocado algunas reacciones en el mundo del basket, especialmente en Valencia (uno de los perjudicados por el sistema) y recientemente, con el auge de internet, en las redes sociales.

Pero parece que solo es Valencia quien protesta. La situación económica nada boyante en nuestro continente, hace que otros equipos perjudicados se conformen con su status, y pese a ganarse la participación en la máxima competición, disfrutando de su año-premio o cerrando la boca ante una no invitación.

Se ha dicho siempre que desde Valencia se llora por el sistema actual de licencias, pero analicemos: realmente Valencia es el único proyecto que auna lo deportivo, lo económico y una masa social estable, fuera del circo de Bertomeu.

Siempre críticos con las invitaciones a dedo, estos días es, si cabe, de mayor actualidad dadas las declaraciones del máximo responsable de la Euroliga. Primero las críticas a supuestos ‘mercados pequeños’ como Siena (7 años seguidos campeón de la LEGA), argumentando que no pueden crecer. Después los piropos a un posible proyecto parisino, a cargo de los magnates qataríes. Y finalmente dejándonos perlas como estas:

“Desde Valencia, Jerusalén y París me dicen que, si juegan la Euroliga, podrán invertir diez-doce millones. Y yo les digo: ‘cuando seáis suficientemente buenos, tendréis la licencia’ “

Primero desdiciendo sus anteriores cumplidos al posible PSG-Paris y después quitándose la máscara antes de no poder justificar su licencia al Bayern de Munich, quien precisamente estaba en la misma situación que él menciona. Podían invertir y el les invita, pese a sus pobres resultados previos.

Le interesa la pasta. Así de claro, y eso solo lo consigue en las grandes ciudades. Por eso busca Paris o Londres. Por eso ha regalado a Roma, Milan o Munich la posibilidad. Y por eso abrazará el proyecto de Parker en Lyon o el siempre ansiado Marsella del que se habla por francia. Busca una NBA europea, y lo sabemos.

Eso si, ahora dejamos en manos del lector que haga sus propias conclusiones, a partir de otras de sus declaraciones, en las que se atisba una contradicción a su sistema.

“...Hay, y eso es muy importante, unos límites a la contribución del propietario. No es estable que un club tenga 20 millones de presupuesto y el propietario ponga 15. Habrá un tope. Si hoy en día los dueños aportan alrededor del 30% del dinero, queremos reducirlo a la mitad como máximo.”

¿Qué hacemos con los equipos que dependen de una sección de fútbol, los cuales financian más de ese 30%? ¿Y los de los dueños con petrodólares? ¿Molesta Juan Roig con su Valencia Basket?

Gracias Bertomeu por quitarte la máscara. Di que invitas a quien te da dinero y nos ahorramos disgustos.