Las chicas también son guerreras


En tiempos convulsos, el deporte no deja de ser un pasatiempo que el poder trata de usar como bandera de un país puntero. En España, la ya manida ‘Edad de Oro del Deporte Nacional’, no es más que una cortina de humo para fama de unos pocos –aquellos deportes que se llevan la financiación principal- mientras ciega las carencias en el deporte base.

Este verano asistimos al boom del deporte femenino. Si exceptuamos el trabajo para Barcelona ’92, no ha sido hasta ahora, cuando la mujer se ha despojado de los prejuicios de una sociedad reprimida, y las hijas de la transición han tomado partido para demostrar que ellas valen igual que ellos. Aquellas aisladas figuras del deporte femenino patrio (Blanca Fdez. Ochoa, Arantxa, Conchita, Marta Domínguez…) han dado paso a una etapa brillante en campos nunca antes explorados con tanta intensidad.

No me centraré en Mireia Belmonte, en las chicas del Waterpolo, en la piloto María Herrera , puesto que esto es un blog de Basket. Hablemos de la canasta: Nuestro baloncesto femenino ha logrado, en 2013, uno de sus mayores éxitos. La selección absoluta se proclamó a comienzos de verano campeona de Europa, derrotando a la anfitriona en su casa, la potente y física Francia. Por fin, la generación de las eternas Valdemoro, Palau y Aguilar recibía su recompensa. Muchos años en la pomada han pasado hasta este año. Y ha sido en un cruce de generaciones, las veteranas, y el futuro de Oro del baloncesto nacional femenino.  Era el ultimo servicio de Amaya Valdemoro, un referente incluso en la WNBA, pionera, múltiple campeona de todo, pero le faltaba la selección. Y lo ha logrado con un papel secundario, porque el basket femenino ya tiene otra estrella, Alba Torrens, que es la líder de una generación post-90 (esa que venia de ganarlo casi todo en las categorías inferiores) con Xargay, Queralt Casas, Nichols o Anna Cruz (ausente este verano). Y súmele a la mejor 4 de Europa, Sancho Lyttle, el verdadero canto de cisne de esta selección.


Pero lo que viene detrás es espectacular. Leía hace días que la selección femenina, en todas sus categorías había ganado 34 de sus 36 partidos disputados este verano, con 3 oros europeos (Absoluta, Sub20 y Sub16) y un 4º puesto mundial (sub19), a falta de las Juniors. Apunten los nombres de Astou N’Dour para ya en la absoluta y de Ángela Salvadores para dentro de 3-4 años.

Todo ello se ha gestado gracias a un ecosistema de alto nivel, donde Ros Casares y Barcelona primero, y luego las valencianas junto a Avenida y Rivas, reunían a las mejores jugadoras de Europa, generando un caldo de cultivo donde nuestras jóvenes se fijaran y aprendieran. Aprovechemos esa etapa, porque el presente no es nada halagüeño. Sin el Ros, y con la falta de ayudas, el nivel de la Liga Femenina se ha desplomado. Nuestras estrellas marchan a Europa, y la exigencia de la liga no es la mejor para que la generación que viene compita con las mejores.

Ellas son la verdadera “Edad de Oro del Deporte Nacional” y por el hecho de ser mujeres, tienen menos ayudas que las superestrellas de otros deportes. Cuidemos nuestro producto. Son el futuro, y son guerreras.