Los viejos rockeros nunca mueren: el renacimiento de los Knicks


Tras el cese de Mike D’Antoni en el mes de marzo de 2012 y la llegada al banquillo de su asistente, Mike Woodson, todo son brotes verdes en el equipo de la “Gran Manzana”. Son los Knickerbockers una institución acostumbrada a caer una y otra vez en play-offs, a ser objeto de chanza y burla –el “pupas”– y a despilfarrar cientos de millones de dólares –especialmente durante el mandato de Isiah Thomas– en su intento desesperado por recuperar la gloria que alcanzara con los títulos de 1970 y 1973. En definitiva, un equipo que perdió el respeto en la liga desde la marcha de Pat Ewing y que parece recuperarlo esta campaña 2012/2013 de la mano de Carmelo Anthony y compañía.

Sin embargo, los augurios al comenzar la temporada no eran los más halagüeños. La sensación del año anterior, Jeremy Lin, ponía rumbo a Houston con un gran contrato y los neoyorkinos perdían de esta forma no sólo a un buen jugador sino también a una estrella mediática en el potente mercado asiático. Por su parte, los de James Dolan, el equipo más caro de la NBA según la prestigiosa revista Forbes, se hacían con Raymond Felton (“Soy mejor que Lin”), Ronnie Brewer y los veteranísimos Jason Kidd, Marcus Camby, Rasheed Wallace (tras su breve retiro) y Pablo Prigioni; 39, 38, 38 y 35 respectivamente, hecho éste que provocó duras críticas de voces autorizadas (y bocazas reconocidos) como Charles Barkley (“Los Knicks han fichado a los viejos de 92 años Kidd y Camby”) y que se les llamara de forma jocosa los “Jurassic Knicks” (Recordemos que en la plantilla ya se encontraba otro veterano, el ala-pívot Kurt Thomas, de 40 años).
Para colmo, un nuevo inquilino en la ciudad, “los nuevos ricos” Brooklyn Nets construidos a golpe de talonario, amenazaban el reinado en “la ciudad que nunca duerme”.

A pesar de todo ello, los Knicks se abstrajeron para firmar el mejor inicio de la liga y de la franquicia desde 1993, cuando fueron finalistas (6-0). Asimismo, nadie duda de Carmelo Anthony como legítimo aspirante al MVP, con números de 28.6 PPP, 6.5 RPP y 2.7 APP y récords como el conseguido frente a Orlando (30 partidos seguidos con 20 puntos o más) o frente a Atlanta (9 triples en un partido, compartido con Sprewell–2 veces–, Starks y Douglas,  para un total de 42 puntos).

Tampoco nadie recela de la calidad de su quinteto inicial, capaz de mirar a los ojos a cualquier equipo NBA y conformado habitualmente por Chandler, el propio Melo, Shumpert, Kidd y Felton; ni de su fondo de armario ni de la experiencia y oficio con la que los veteranos manejan el equipo. En estos Knicks todos van a una y cada día que pasa parecen más convencidos de que son aspirantes de pleno derecho al título. No obstante, la última derrota antes del parón por el All Star de Houston (en un partido para olvidar frente a Toronto) dejó un sabor agridulce que se mitiga ahora con el hecho de aportar cuatro jugadores al fin de semana de las estrellas, prueba irrefutable del estado de forma actual de la franquicia: Carmelo (si supera sus molestias) y Chandler en el partido del All Star, Novak en el concurso de triples y White en el de mates.

A la vuelta comprobaremos si estos añejos Knicks (32-18 actualmente, 1º en la División Atlántico y 2º en la Conferencia Este, tras los actuales campeones Miami Heat, a los que han vencido 2/2) aguantan el ritmo de competición, ya que, como afirma Chandler, “la segunda mitad de la temporada es una carrera y debemos estar preparados” y de paso hacen bueno el dicho de que “los viejos rockeros nunca mueren”.