Debe ser difícil abandonar un equipo que tras apenas cuatro años te ha "dado" cuatro Finales NBA, tus dos primeros anillos o dos nuevos (y son ya cuatro) MVPs de la liga regular.
Hablamos de Lebron James obviamente. Con las primeras reacciones a su decisión llegaban las primeras críticas, mucha gente se apresuraba a decir que LeBron prefería el dinero de Cleveland a los títulos en Miami. Primeramente, hay algo que debemos matizar sobre ello, esto no es así, LeBron podría haber cobrado más dinero renovando en Miami del que Cleveland le podría siquiera haber ofrecido, pero LeBron no ha vuelto a casa por dinero.
LeBron admite tener una espina clavada, su marcha hace cuatro años no fue la mejor, como ya se encargó de demostrar el propietario del equipo, Dan Gilbert, en la carta publicada en la web de los Cavaliers tras su marcha, pero pese a aquellas duras palabras, LeBron sabe perdonar y la gran espina clavada de LeBron es el no haber conseguido nunca el anillo con su equipo. Ahora, ya sin la presión de convertirse en una de esas leyendas sin anillo (véase Karl Malone), está preparado para afrontar el desafío, está preparado para liderar a los Cavaliers a su primer título NBA, en sus ya casi 45 años de historia.
El jugador natural de Akron explicó a la perfección el porqué de su decisión en una magnifica carta que podéis leer traducida al castellano en Solo Triples (gracias a Nico Patella y no a otros que copiaron su traducción sin mencionarle).
Descartado el tema del dinero, es inevitable (y más hablando de LeBron) mirar el aspecto deportivo de la decisión, ¿habría vuelto LeBron a "casa" si el proyecto de Cleveland llevase los tintes del de Sixers? (por poner un ejemplo). Después de todo, la comparación Cavs-Sixers no es tan descabellada, de hecho, desde que el hijo pródigo aterrizase en Miami, los Cavs han logrado 97 victorias por las 129 logradas por los de Philadelphia en el mismo periodo de tiempo, ¿quiere decir esto que el proyecto de los Sixers tendría más valor que el de Cavs? No. De hecho, LeBron llega a un equipo donde solo con su fichaje las aspiraciones han pasado a ser de ganar el anillo, y eso sin contar el efecto LeBron (jugadores que llegarán cobrando el mínimo sólo por jugar junto a él, Ray Allen por ejemplo), pero es que los Cavs ya de por sí, son un equipo formado para ganar, Kyrie Irving es un líder nato, y sin duda, uno de los mejores bases de la liga, junto a Dion Waiters o Tristan Thompson creaban por sí solos un futuro prometedor, pero además en los dos últimos años se han sumado dos números unos del Draft, todavía tenemos que darle una oportunidad a Anthony Bennett, va sobrado de talento pese a su horrible temporada rookie, y Andrew Wiggins, quien promete ser el gran dominador de la liga dentro de unos años.
Encima, los Cavaliers por fin tienen un entrenador en condiciones. La marcha de Mr Potato Mike Brown abrió las puertas del banquillo a un "europeo", el aclamado técnico del Maccabi Tel Aviv, flamante ganador de la Euroliga frente a ese Real Madrid que algunos (con muy poco cerebro) decían que ganaría la NBA. Hablamos del encargado de tomar las riendas de este ambicioso proyecto de Dan Gilbert, hablamos de David Blatt, que pese a ser nacido en américa, es lo más cercano a un entrenador europeo que vamos a ver por la NBA (al menos de momento).
Si sumamos todos estos puntos positivos de "su casa" y los comparamos con los puntos positivos de Miami, la balanza se desnivelaba inequívocamente hacia Cleveland. No es por desmerecer, pero Miami este año ha llegado hasta donde ha llegado por el nivelazo de LeBron, no ha estado arropado como años atrás, no ha existido ese poderoso Big Three (al menos la mayor parte del año) y ni mucho menos parecía que la cosa fuera a mejorar teniendo en cuenta, por ejemplo, el estado físico de Dwyane Wade. Sobra decir que el aspecto económico no es algo que vaya a preocupar en exceso a una persona seria y cabal como LeBron, más aún cuando en casi cualquier equipo iba a firmar por encima de los 20 millones de dólares por temporada.
Llegados a este punto, mezclando aspectos económicos, deportivos, y aderezando la receta con un poco de corazón, es entonces cuando uno se da cuenta de que, al menos en este caso, volver a casa era realmente la mejor opción.
Hablamos de Lebron James obviamente. Con las primeras reacciones a su decisión llegaban las primeras críticas, mucha gente se apresuraba a decir que LeBron prefería el dinero de Cleveland a los títulos en Miami. Primeramente, hay algo que debemos matizar sobre ello, esto no es así, LeBron podría haber cobrado más dinero renovando en Miami del que Cleveland le podría siquiera haber ofrecido, pero LeBron no ha vuelto a casa por dinero.
LeBron admite tener una espina clavada, su marcha hace cuatro años no fue la mejor, como ya se encargó de demostrar el propietario del equipo, Dan Gilbert, en la carta publicada en la web de los Cavaliers tras su marcha, pero pese a aquellas duras palabras, LeBron sabe perdonar y la gran espina clavada de LeBron es el no haber conseguido nunca el anillo con su equipo. Ahora, ya sin la presión de convertirse en una de esas leyendas sin anillo (véase Karl Malone), está preparado para afrontar el desafío, está preparado para liderar a los Cavaliers a su primer título NBA, en sus ya casi 45 años de historia.
El jugador natural de Akron explicó a la perfección el porqué de su decisión en una magnifica carta que podéis leer traducida al castellano en Solo Triples (gracias a Nico Patella y no a otros que copiaron su traducción sin mencionarle).
Encima, los Cavaliers por fin tienen un entrenador en condiciones. La marcha de Mr Potato Mike Brown abrió las puertas del banquillo a un "europeo", el aclamado técnico del Maccabi Tel Aviv, flamante ganador de la Euroliga frente a ese Real Madrid que algunos (con muy poco cerebro) decían que ganaría la NBA. Hablamos del encargado de tomar las riendas de este ambicioso proyecto de Dan Gilbert, hablamos de David Blatt, que pese a ser nacido en américa, es lo más cercano a un entrenador europeo que vamos a ver por la NBA (al menos de momento).
Si sumamos todos estos puntos positivos de "su casa" y los comparamos con los puntos positivos de Miami, la balanza se desnivelaba inequívocamente hacia Cleveland. No es por desmerecer, pero Miami este año ha llegado hasta donde ha llegado por el nivelazo de LeBron, no ha estado arropado como años atrás, no ha existido ese poderoso Big Three (al menos la mayor parte del año) y ni mucho menos parecía que la cosa fuera a mejorar teniendo en cuenta, por ejemplo, el estado físico de Dwyane Wade. Sobra decir que el aspecto económico no es algo que vaya a preocupar en exceso a una persona seria y cabal como LeBron, más aún cuando en casi cualquier equipo iba a firmar por encima de los 20 millones de dólares por temporada.
Llegados a este punto, mezclando aspectos económicos, deportivos, y aderezando la receta con un poco de corazón, es entonces cuando uno se da cuenta de que, al menos en este caso, volver a casa era realmente la mejor opción.