Titanic y el All-Star

Si algo tienen en común la película protagonizada por Di Caprio y el día de las estrellas de la NBA es sin duda el final, un hundimiento, y es que la realidad indica que cada año que pasa, este concurso de estrellas va a la deriva y sin control, hundiéndose desde hace años, donde aquellos legendarios concursos de mates han de ser visionados en video, puesto que los actuales no merece la pena, tan siquiera, recordarlos.

El mayor de los problemas para las nuevas generaciones es que jamás podrán recordar ésto, y simplemente se han quedado con partidos de risa, con nula emoción, donde veremos concursos mediocres, partidos aún peores y un intento de "Superbowl" en el descanso que merece el mismo adjetivo que lo anterior.


El día ideal para que todos aquellos que durante el año nos arruinan con sus twitts al más puro estilo yankee, con palabras extrañas y formas de vestir que ni Will Smith empleó en El Principe de Bel-Air digan que ven la NBA y se las den de entendidos al recordar, con una precisión asombrosa, la media de puntos que hace Chris Paul por temporada.

Cambios absurdos de normas para "fomentar el espectáculo". Tremenda imaginación de los organizadores por ejemplo, al reformar el concurso de mates. Seguramente la culpa sea de las normas y no de la falta de talento o el exceso de estrellas con pajaritos en la cabeza, porque creo recordar, cuando Vince Carter volaba, las normas eran tan y tan distintas... o quizás no, y lo que pasa es que a medida que avanza el tiempo, avanza la tontería.

Aquellos concursos que Larry Bird ganó y todos recuerdan ya no serán lo mismo, y es que ahora un jugador podrá decidir tirar todos los balones "tri colores" desde una esquina. Genialidad táctica, desde aquí aun espero el momento en el que si toca tablero cuente 3,5 y si el calvo de la séptima fila, asiento 5D no estaba mirando, la tanda se repita con balones azules que contarán 1,125. Como veréis, estoy ironizando, la culpa tampoco será del exceso de jugadores desconocidos en este concurso, teniendo en cuenta la cantidad de concursos que ganó Kapono, aquel hombre que probablemente, hoy gestione alguno de esos clásicos pubs de las películas, donde el camarero, con una media sonrisa, te escucha mientras limpia los vasos.

En definitiva, la NBA ha encaminado estos concursos al sector rancio del deporte. Ni que decir tiene, el partido de las estrellas es una pachanga que me recuerda levemente al partido de solteros contra casados, pero con menor intensidad. Una exhibición para que el próximo lunes, estéis encargando las camisetas de vuestros ídolos con el dinero de vuestros padres mientras decís a gritos que "ayer X hizo 40 puntazos, wouuuuuuu". Como consejo, os recomiendo ver El Padrino I y II entre viernes y sábado, y como la III está a la altura del partido de las estrellas, dormid, es saludable.