El 23 de agosto de 1978 en Philadelphia el mundo dio la bienvenida a una de las estrellas más reconocidas de la historia de la NBA. Hoy, en el día de tu 35 cumpleaños quería aprovechar estas líneas para agradecerte todo lo que has dado por este deporte. Desde tu irrupción en la liga con apenas 18 años hasta la consecución de tu quinto anillo con la franquicia de tu vida, Los Ángeles Lakers.
Al poco de tu llegada el mundo se percató de que tu talento y ambición no eran propios de un cualquiera. No defraudaste y con la llegada de Shaq alcanzaste tu meta. Con 21 años ya eras campeón de la NBA, con 23 tus tres anillos te atesoraban y ya eras una estrella mundial. Vinieron años duros tras la salida de O’Neal, incluso varios ya te colocaban lejos del Staples. Respondiste todos estos rumores hartándote a anotar partido tras partido y nos enseñaste que nada era imposible clavando 81 puntos. Tu amor por la camiseta te hizo no abandonar el timón, tu paciencia se vio premiada con la llegada de nuestro Pau Gasol, junto a él disputaste 3 finales más. Con 5 anillos las comparaciones con Michael Jordan eran inevitables, tus ganas de ganar te animaron a no abandonar. Este último año convenciste a Howard y a Nash para que te acompañasen en la travesía hacia el sexto. No funcionó, y tu entrega ciega te acabó provocando la lesión más grave de tu carrera. De la que nadie duda que te sobrepondrás.
Muchos empezamos a seguir este deporte por ti, nos enamoramos del balón y la canasta al igual que tú, e incluso tratamos de imitarte cada vez que saltamos a la cancha para jugar. Nos enseñaste a aprender de la derrota, no hundirnos, levantarnos y tratar de sacar más amor propio, más orgullo aún para volver a intentarlo con más fuerza la próxima vez. De ti aprendimos a ser decisivo en los momentos finales, a confiar en nuestros potenciales y a explotarlos ante nuestros rivales, en definitiva, atacar como una mamba. Para los aficionados de los Lakers cualquier agradecimiento o alabanza se queda corta ante tu entrega por estos colores.
Demostraste que las críticas no te afectaban, cada vez que la prensa trataba de hacerte daño te enfundabas tu camiseta y volvías a responder. Desde el 8 al 24, del pelo afro a la cabeza afeitada, desde los 81 puntos ante Toronto a los 63 en el Madison... cada noche nos dejas un bonito recuerdo más, otro aliciente que nos ayudará a contestar algún día cuando nuestros hijos o nietos nos pregunten: “¿Ese Bryant era tan bueno?” . Ojalá nunca abandonaras las canchas, porque no sé ustedes pero yo no entiendo esta liga sin este jugador.
Será duro asumir tu retirada, no me cabe ninguna duda, pero la vida seguirá aunque quizá ya nadie ocupe el hueco que tú dejarás en tantos aficionados. Por eso hoy vengo a agradecerte todas esas madrugadas de pasión, vengo a darte gracias de parte de los que te odian y de parte de los que te alaban. Gracias por enseñarnos cómo se hunde un balón en el concurso de mates, gracias por los 12 triples, por cada una de tus 28 canastas ganadoras, por cada título, por los mate sobre Nash, Howard o Yao, por el alley-oop con Shaq, por la asistencia mágica a Turiaf, por las dos medallas olímpicas, por tu MVP, por tus 31.617 puntos con la camiseta de los Lakers y por todos los partidos jugados con esta. Gracias por nunca dejar de luchar y emocinarnos con tu carta tras la lesión, de la que todo el mundo sabe que volverás con más fuerza y más hambre. Pero en definitiva, gracias por tus 35 años de magia, pocos habrá como tú. Felicidades Kobe Bryant.
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