La NBA es una liga, que, queramos o no, ha basado su éxito en lo comercial. Ha generado un producto de consumo rápido para las masas ávidas de espectáculo. Y el comisionado Stern ha hecho todo lo posible por mantener ese ‘stablishment’. Pero siempre ha tenido una oveja negra. Negra con rayas plateadas. Los San Antonio Spurs, brillantemente comandados por Popovich, nunca han sido del agrado de los directivos, ni de los medios, ni siquiera de los jugadores. No es un equipo mediático, no vende, no tiene físicos jugadores que hacen 10 alley-hoops por partido, en definitiva, no generan espectáculo y por tanto, no son business.
Llegó un día en que a Stern se le revelaron. Ante el equipo más mediático de la liga, Miami, Popovich dejó en casa a Duncan, Parker y Ginobili. El calendario era ‘matador’ y las estrellas de San Antonio no son precisamente sophomores de físico envidiable. Tienen que gestionar los descansos, si, como cada año, quieren barrer en la post-temporada. Y eligió el mejor dia para darle una bofetada a Stern. Ya estaba bien de calendarios generados para buscar que los equipos mediáticos jueguen en Navidad tranquilamente. Ya estaba bien que a equipos históricos les sean permitidos ‘timos’ en forma de traspaso.
Mucha gente es de la opinión que se estafó a quien pagó por ver aquel partido. Pero, ¿realmente querían ver a Duncan, Parker y Ginobili? ¿Al, posiblemente, equipo menos considerado mediáticamente de los campeones NBA? No me lo creo. Los Spurs nunca han interesado a los medios. Sus finales son las menos vistas de la historia y no hay interés por verles en el All Star.
La mejor manera de protestar es hacerle una jugarreta a la liga. Y Popovich acertó en el dia. Ya está bien de tratos preferenciales. Los Spurs nunca son tratados como 4 veces campeones. Deberían marcharse de la dictadura de lo mediático. En una Euroliga cerrada de Bertomeu tendría sitio. Y sería la mejor manera de darle otra bofetada a la Liga.
El equipo más anodino de la liga, aquel que por filosofía no deberia jugar allí, desafió a Stern, y Popovich, tenía razón.