Un clúster de 124 redactores deportivos de Estados Unidos y Canadá vota, al final de la temporada regular, a los que son sus tres jugadores defensivos del año. El primero se lleva cinco puntos; el segundo, tres; y el tercero, uno. Aparentemente, el elevado número de periodistas que votan garantizan la objetividad y unanimidad del premio. ¿O no?
El año pasado, Tyson Chandler ganó el premio con 311 votos. Serge Ibaka quedó segundo con un total de 294 votos. Dwight Howard, en Orlando por aquel entonces, completó el podio con 186 votos.
Unos días más tarde de que le otorgaran el premio a Chandler, la NBA mostraba a los medios el mejor quinteto defensivo de la temporada, a saber: LeBron James, Serge Ibaka, Dwight Howard, Chris Paul y Tony Allen.
¿Y Chandler? El mejor jugador defensivo de la temporada no estaba en el primer equipo defensivo, que recordemos es elegido por los entrenadores de las franquicias.
¿Qué premio tiene más valor? O lo que es lo mismo, ¿qué es ser un buen defensor? Si la respuesta es “coger muchos rebotes y taponar muchos tiros”, la NBA debería crear un premio al mejor jugador defensivo interior, o algo similar. ¿Por qué? Porque los hombres bajos quedan en una enorme desventaja, tanto numérica como visual, de cara a recibir el premio.
Cojamos un ejemplo reciente: tenemos a dos jugadores que forman parte del equipo que mejor defiende en la NBA (88’7 puntos permitidos por encuentro). Por un lado tenemos a un guard que aporta 4’6 rebotes al equipo (3 defensivos), un robo y medio por encuentro y medio tapón (0’6). Por otra parte tenemos a un center que promedia 7’8 rebotes (5’5 defensivos), un robo y 1’7 tapones por partido.
¿Veis la diferencia? ¿No? Yo os ayudo. El número es 110. Esa es la diferencia de votos a jugador defensivo del año entre Marc Gasol, ganador del premio, y Tony Allen, sexto en la votación.
Es un ejemplo, pero sería sencillo poner más. Los número de Gasol podríamos compararlos con estos: 8 rebotes por partido (6’8 defensivos), casi dos robos (1’7) por encuentro y casi un tapón por partido (0’9). Hablamos ahora de LeBron James, que ha acabado segundo en la votación con 149 votos, 63 menos que el pívot español.
Pese a los grandes números de James, nunca había sonado con tanta fuerza para el premio como Ibaka (3 tapones por partido), tercero este año en la votación con 122 votos.
¿Significa esto que el premio a jugador defensivo del año está desvirtuado? En parte sí y en parte no. No niego, ni por asomo, que Marc no merezca el premio. De hecho, pienso que lo merece. Pero también pienso que los hombres bajos de la liga no tiene nada que hacer contra las torres. Chris Paul, el mejor ladrón de la liga con 2’4 robos por encuentro, sólo ha recibido 19 votos. ¿Alguien duda de que estará en alguno de los dos quintetos defensivos del año?