Cuartos de final de la Copa del Rey de 2006, Madrid.
Un Pamesa Valencia irregular afrontaba con dudas su compromiso ante el pujante Akasvayu Girona. La estrella del equipo, la manija, el director, Vule Avdalovic era duda por un golpe durante la semana previa. Pero el serbio de Gacko jugó y vaya que si jugó, el solo se merendó a los de Girona y guió al equipo valenciano a unas semis que tras batir a Unicaja llevarían al equipo a la final, a la postre derrotados por el TAU. Esa actuación del base serbio sirvió a la prensa local para bautizarlo como el Cid Campeador. Un jugador que incluso lesionado era capaz de dar la ultima estocada al enemigo. Pero esas lesiones acabaron con su prometedora carrera.
Vule Avdalovic era, por aquel entonces, uno de los futuros mejores combo directores-anotadores del viejo continente. Valencia confió en él los cimientos de un equipo que debía volver a la Euroliga, aunque primero tenia que recuperar el prestigio en Playoffs y en Eurocup, donde, en un partido de Copa Uleb 2007, se truncó su porvenir.
En una entrada a canasta, una de sus mayores virtudes (probablemente uno de los mejores penetradores de su generación), un mal gesto al caer le destrozó la rodilla. Ese gesto paradojicamente le costo una técnica, por simular, mientras los doctores se lo llevaban en camilla.
Toda la temporada de baja. Era la estrella, la batuta, el ídolo de la afición tras varios lideres caídos (Rigaudeau, Rakocevic, los americanos...) Su confianza nunca retornó, su defensa, su fuerte se resintió, sus entradas a canasta, su desborde, se desinflaron. Valencia perdió su futuro, aunque la ACB siguió viéndole en Alicante. Europa siguió viéndole en Cholet y Donetsk. La Euroliga siguió viéndole en Berlin (casualidades de la vida, junto a Miralles, otro taronja más de aquella copa del 2006).
Todo hasta hace dos días. Vule caía lesionado de nuevo, la misma lesión, otra temporada en blanco. La estocada definitiva. La estocada que recibe el Cid Campeador.
#animovule