Historias olvidadas: Cajasol – CB Murcia

Enfrascados en pleno EuroBasket de Eslovenia, y con las competiciones ligueras a la vuelta de la esquina, ¿a quién se le ocurre hablar de un partido de la lucha por el descenso del año 2009? Es más, ¿sabían que en la ACB se producían ascensos y descensos?

Les reconozco que la temporada 08/09 me dejó secuelas mentales irreversibles. La sensación de ir al Vietnam cada vez que piso San Pablo. La lucha por la supervivencia es preciosa cuando te salvas, por esa agonía que te hace vivir cada partido como si fuera el último. Y a la trinchera acudía un servidor semana tras semana.

Pero vamos a retrotraernos al principio de esa temporada. Verano del 2008, Zapatero recién reelegido como Presidente seguía negándose a pronunciar la palabra “crisis”, y Cajasol (el banco) seguía entregando millonadas a tahúres como Oriol Humet (GM del CB Sevilla 08/09) sin miedo. Los aficionados del equipo cajista vivíamos esos años como en la película “Atrapado en el tiempo” (si, es el Día de la Marmota, pero ¿y lo bien que queda decir el título correcto?), esto es: a principio de temporada llegaban entre 8 y 10 caras nuevas a la plantilla y se nos vendía que “ESTE AÑO SI”, que la Copa y los PlayOffs eran factibles y que íbamos a disfrutar. Al final, lo de siempre: gran parte de los fichajes eran cortados a mitad de temporada por bajo rendimiento, nos tirábamos todo el año en zona peligrosa para acabar salvado a tres jornadas del final en la más absoluta mediocridad.

Lo de aquella temporada fue el esperpento más grande jamás perpetrado. De los seis fichajes, tres fueron despedidos a mitad de año; se retiró un jugador durante el transcurso de la liga; y de las seis nuevas incorporaciones realizadas a mitad de temporada, dos fueron cortadas también. Como podrán imaginar, las derrotas se sucedían una tras otra.

Aunque uno de los temporeros que llegaron, a la postre fue decisivo, y no es otro que Clay Tucker, que además es el protagonista del desenlace final de la historia que nos ocupa, y que paso a relatarles ya.

Con más pena que gloria, el equipo había encadenado unas cuantas victorias y había sacado la cabeza de la zona de descenso. En esas llegaba una final por no descender con otro de los equipos implicados, esto es, un Cajasol – Murcia. El CAI (que a la postre bajaría) esperaba ansioso el resultado de sus dos rivales.

El partido fue espectacular, con un CB Murcia comandado por un Taequan Dean asesino desde el 6’25 (¡10/13 en triples!). Las ventajas de ambos equipos se sucedían, y se entró en la recta final del partido con el partido en tablas.

 

Cuando todo parecía entonarse, se vino abajo. Nos hundimos, empezamos a fallar y el CB Murcia consiguió una ventaja de cinco puntos a falta de poco más de minuto y medio para el final.

Me hundí. Me senté en la butaca, y empecé a pensar en lo que mi cabeza siempre intentó omitir: el Caja se iba a la LEB. Un club con un pasado tan prometedor, se iba a pique si nadie obraba un milagro. Y en estas que Tucker monta un contraataque, Caner-Medley se planta en la línea de tres y anota. Pulsaciones a mil, el desfibrilador había funcionado y no estábamos muertos.

Y ese triple terminó aniquilando al CB Murcia, que se había visto con la victoria en la mano, pero la presión por jugarse la vida pasó de un bando a otro y les temblaron las piernas, empatando el Cajasol con dos tiros libres de Tucker.

Pero lo peor para mi sistema cardiovascular estaba por venir. Ya de por si había recibido un severo castigo con los vaivenes en el marcador durante el partido, a lo que había que sumársele el desenlace de este. Digno de película de Hollywood.

33 segundos, bola para Murcia que no consigue hacer llegarla a Dean con el más mínimo espacio para tirar, pero que al borde del fin de la posesión encuentra a Moss solo en la esquina.

El tiro más largo de mi vida, y ni tan siquiera tocó el aro. Rebote para Cajasol, última bala para Tucker. El americano sube la bola, se cuadra en el triple, finta y hace volar a su par. Cuando quiere tomar el lanzamiento final, el pie de Dean impacta en la pelota. Fin del partido. Empate a 81.


¿Qué ha pasado? El árbitro ha considerado que el pie de Dean dio en el brazo de Tucker y pita falta de tiro, con lo que tendríamos dos tiros libres para ganar con el tiempo acabado. Aún estando todo San Pablo convencidos de que Tucker no fallaría, la explosión de júbilo al anotar el primer tiro libre fue lo nunca visto. En general, el ambiente de ese partido fue espectacular, demostrando Sevilla que si quiere, puede convertir una de las canchas más frías de España en un auténtico manicomio.

Y ganamos. Y nos salvamos. Y yo respiré tranquilo. Y lloré (no mucho). Y al año siguiente nos metimos en la Copa del Rey con un presupuesto muy inferior. Y jugamos una Final europea. Y la perdimos como es costumbre en el Cajasol. Y volvimos a luchar por el descenso. Y entre medias jugamos una semifinal de Copa.

Y mi cabeza, sabedora de que todo esto a lo mejor no mereció la pena me pedirá que abandone, que seguramente viviré más y mejor alejándome de estos sufrimientos. Pero mi corazón quiere vivir en el filo de la navaja otra vez. Y allí estaré yo, que remedio.