Dos vascos en Madrid

Son días de vino y rosas en el baloncesto madrileño. El baloncesto que otrora surtía de entrenadores a muchos clubes de la imberbe liga profesional española, casos de Pepe Laso en Baskonia, los Aíto en cotonificio y después Penya, Barça, Lolo Sainz en una época posterior a la Penya, Antonio de Torres en Canarias, y muchos otros, es ahora punto de encuentro de otros baloncestos. Cuando el producto nacional de entrenadores vive su máximo apogeo, en Madrid los dos principales clubes de la capital son entrenados por dos vascos, Txus Vidorreta y Pablo Laso. A nadie le extraña, pero no deja de ser una grata coincidencia. Ellos despliegan cual buen chef de su tierra, un baloncesto fresco, de buen gusto al paladar del agradecido espectador, con matices y motivaciones en cada caso diferentes, pero con una premisa común, organizar a sus equipos desde el ataque o mejor dicho que sino igual se enfadan desde el atrevimiento. No hay mayor bien en el momento en el que discurrimos, que en nuestro pequeño bazar baloncestístico encontremos dos impulsos tan claros al baloncesto como los que están haciendo el Madrid y el Estudiantes.

En el caso de Txus un autodidacta de esto, con la mochila al hombro llena de todos los baloncestos posibles, responsable y artífice de  proyectos como el actual Bilbao Basket o como el que mantiene hoy día el baloncesto en La Palma, que ha vivido los patios de cemento y aire libre de su Loyola-Indautxu natal hasta rescatar al Lucentum el año pasado, pasa a guiar el proyecto para el que él como entrenador ha sido concebido, comandar a la familia del Estu de nuevo a los primeros lugares del baloncesto español. Serio en defensa, como buen vasco trabajador diría yo, pero en la búsqueda de esa filosofía natural estudiantil, de patio de colegio, de baloncesto en estado puro y con la que él tanto se identifica. Su gestión hasta la fecha no responde a la de un conjunto que descendió el año pasado, sino que aprendiendo bien la lección sustituye las penurias de ese pasado reciente por una mirada optimista al futuro de la mano de la esencia del Estu. Él, como buen bilbaíno que es, no oculta su predilección por un proyecto en el que, como su Athlétic, vayan de la mano una filosofía propia, junto a los parámetros actuales de resultados y entretenimiento, y así ver crecer a la gran familia.

En la acera de enfrente, en los fogones del nuevo baloncesto, Pablo Laso ha roto esquemas. Él, que ha mamado baloncesto desde que nació, que ha bebido de las fuentes de diversas filosofías, desde la lúdica, técnica y divertida de sus primeros pasos en el San Viator, hasta su estancia en USA y después su salto al profesionalismo como jugador viviendo esa metamorfosis de lo que era el Baskonia a lo que hoy es el Baskonia, pasando por una recolección de saberes de todos los entrenadores y modelos con los que ha convivido; lo demuestra actualmente con la puesta en marcha de su baloncesto patas arriba. Un baloncesto tridimensional, jugador-ataque-entretenimiento, con sello propio, en el que ha devuelto al jugador una demanda que este planteaba, sentirse bien jugando a baloncesto.
En su modelo no digamos ataque, digamos la necesidad de construir desde el equilibrio ofensivo, desde el equilibrio táctico y desde el equilibrio emocional, se sustenta la mayor apuesta baloncestistica en Europa desde el Panathinaikos de su maestro Obradovic. Y aquí nosotros para disfrutarlo.